El 2020 trajo consigo un abanico de situaciones y noticias que jamas nos hubiéramos imaginado, la pandemia actual que vivimos se sitúa en lo alto de la lista haciendo que todo lo demás en comparación tenga un aura de banalidad si no está directamente relacionado con los efectos de la misma.
Es por esto que una noticia como la partida de Clare Waight Keller del puesto de Directora Creativa de la reconocida e histórica casa de moda Givenchy podría considerarse un pequeño punto en el pie de página de la narrativa casi ficticia pero increíblemente real que ha desarrollado el presente año, todo aunado al hecho de que las despedidas y sustituciones de diseñadores al frente de marcas dedicadas al lujo se han convertido en un tema tan habitual que genera un nivel de sorpresa mínimo para la mayoría de los interesados.
Parte de mi meta como bloguero y escritor de moda aparte de generar contenido que pueda interesar a las personas que me leen es también convertir mi plataforma en un momento de distracción, quizás en un pequeño alivio, de la situación que en estos instantes ha afectado nuestras vidas. Por esa misma razón es que he tomado la iniciativa de comenzar a crear notas de opinión en el blog sobre temas actuales, o generales, pertinentes al mundo de la moda en un afán de compartir con ustedes temas de mi interés y a su vez aportar un granito de arena en la materia.
En estos tiempos es muy común escuchar el término "las sillas musicales de la moda" una descripción con toque jocoso de como la perpetuidad de los diseñadores al frente de las casas de moda solo dura el tiempo que puedan seguir sentándose al final de la melodía, que en su caso se traduce en la capacidad de establecer una visión solida que evolucione los códigos de una firma en tiempo récord. Lejos estamos de aquellos tiempos en que un Nicholas Ghesquière mantuviera las riendas de Balenciaga a lo largo de quince años o inclusive las impresionantes décadas que Karl Lagerfeld tuvo para convertir Chanel en el monumento de moda que es hoy en día.
En el panorama actual se espera que un diseñador construya una visión, y en consecuencia un éxito, casi instantáneo que resuene con el público de inmediato y que adicionalmente ofrezca una lucrativa propuesta de accesorios, fragancias e implementos de estilo de vida que respondan a una necesidad de mercado cada vez más expansiva.
En el sigo XXI el diseñador se maneja como un artista de pop viéndose en la urgencia de presentar excelente material, carisma, grandes puestas de escena, generar mercancía acompañante y sobre todo poderosas ventas para atender la satisfacción de un grupo que no le interesa la preservación del arte solo la remuneración de su popularidad.
Otro factor que ha contribuido al desgaste del diseñador como creativo es la cantidad de colecciones que se ven obligados a mostrar en el año las cuales incluyen Primavera/Verano, Otoño/Iniverno, Resort y Pre-Fall, estas últimas dos con categoría de colecciones intermedias surgieron de la necesidad de las tiendas por departamento de tener inventario que supliera los periodos de tiempo entre las colecciones principales. Estas colecciones generalmente son más comerciales y su rango presume una diversa amplitud en lo que ofrecen en materia de versatilidad de piezas, sin embargo para los diseñadores esto ha supuesto una carga extra creativa que le exige tener que presentar cuatro colecciones al año; las casas de moda parisinas que realizan alta costura como Valentino tienen que agregar la Primavera y Otoño de dicha categoría a su cantidad de colecciones al año subiendo el numero a ocho (si incluimos las colecciones masculinas).
Asimismo, encontramos a los diseñadores que están encargados de la dirección creativa de más de una casa de moda como es el caso de Fernando Garcia y Laura Kim, diseñadores responsables de su propia marca Monse y de la reconocida casa Oscar de la Renta, quienes entre ambas marcas también suman ocho colecciones al año; en algunos casos se ha sabido de diseñadores que han producido alrededor de doce colecciones al año. Todo eso presume una presión increíble en el aspecto creativo pues los diseñadores se ven en la necesidad de asumir varios conceptos casi a la vez, mientras el público espera que siempre presenten propuestas deseables, los críticos que las mismas sean solidas e interesantes, las revistas que tengan un alto valor fotográfico, las tiendas que atraigan a compradores y los dueños de marca que generen números de ventas cada vez más exigentes.
El caso de Waight Keller nos muestra el hecho que los diseñadores hoy en día no carecen de talento sino de tiempo para establecer sus ideas, para enfocar su visión, para evolucionar los códigos de la marca, para dejar que su creatividad encuentre una forma definida. Si bien es cierto hay quienes han logrado este cometido, específicamente lucrativo, como Alessandro Michele en Gucci o Maria Grazia Chiuri en Dior hay una percepción sectorizada que cree que el éxito financiero que estos diseñadores generaron para dichas firmas vino al costo de restarle algo importante a las mismas, de comprometer aquello que las hacia especiales o mágicas.
La pregunta que viene a mi mente es ¿Si es totalmente necesario que una marca se vuelva exitosa casi al instante o si se esta subestimando el entendimiento del público? Especialmente en el caso de marcas icono me hace reflexionar si nosotros como audiencia somos completamente incapaces de presenciar, empatizar e invertir tiempo en suscribirnos a la evolución de una marca o si quizás los que no pueden esperar son otros. No pecaré de ingenuo en pensar que el factor económico no es sumamente importante para la supervivencia de una marca de lujo pero ¿Que real margen de tiempo existe para que la espera se vuelva una perdida financiera significativa para estos grandes y poderosos conglomerados?
En el caso especifico de Givenchy la diseñadora trajo de regreso a la marca un nivel de sofisticación contemporánea con su propuesta pret-a-porter mientras que sus creaciones de alta costura le valieron el aplauso de la industria y el público por igual. Sin embargo, en una nota sobre su partida en el portal Business of Fashion se menciona que durante su tenencia no existió un enfoque tan fuerte en los accesorios y diseño masculino, dos categorías en las que su predecesor Riccardo Tisci destacaba fuertemente. Y es que Tisci durante su tiempo en Givenchy fue precisamente uno de esos diseñadores que consiguieron gran éxito en la marca gracias a su propuesta con inspiraciones en la tendencia del 'streetwear' la cual se convirtió esencialmente en parte de la identidad de la firma para la nueva generación, valiéndole gran aceptación, pero que muy poco tenia que ver con los códigos originales establecidos por Hubert de Givenchy.
Los rumores de que el sucesor de Clare Waight Keller podría ser Matthew Williams quien diseña para la marca 1017 Alyx DSM y quien también basa su estilo en diseños cuya inspiración ronda el 'streetwear' sugeriría que los altos mandos más que buscar alguien con un punto de vista que avance la marca a un diferente nivel estarían apostando por la instauración de un 'status quo' en diseño; esto se ha podido ver con Anthony Vaccarello en Saint Laurent, cuyo estilo no difiere mucho del establecido exitosamente por su predecesor Hedi Slimane. Otros nombres que han salido a relucir de acuerdo al portal WWD son Davide Renne director de diseño de Gucci, Luke y Lucie Meier de Jil Sander, y Julien Dossena de Paco Rabanne.
Mucho se habla de que la situación actual causará un cambio fundamental en muchos aspectos de como funciona el mundo y en esto se incluye la industria de la moda, se comenta sobre la instauración de mejores practicas éticas, la sostenibilidad en el diseño, el fin del 'fast fashion', lo innecesario de los 'influencers', la inclusión como la norma y del consumo con conciencia. Creo que a esto hay que añadirle el volver a valorar al diseñador como un creador de historias, de dejarlo encontrar su ritmo y considerar que el triunfo de contar una gran historia es que eventualmente da los mejores frutos, ya que no genera admiración de momento sino lealtad de por vida.
En una industria que se precia de mostrar todo lo que toma el proceso de confeccionar las prendas, señalando esta dedicación y minucioso trabajo de horas como la marca del verdadero lujo, se encuentra la ironía de que el tiempo creativo del diseñador es precisamente el único lujo en el que los altos mandos de las casas de moda se permiten ser baratos y como sabemos a la larga eso siempre sale caro.
[ENGLISH VERSION]
The year 2020 brought with it a range of situations and news that we could never have imagined, the current pandemic we are experiencing is at the top of the list, making everything else in comparison have an aura of banality if it is not directly related to the effects of it.
This is why news such as the departure of Clare Waight Keller from the position of creative director of the renowned and historic fashion house Givenchy could be considered a small point in the footer of the almost fictitious but incredibly real narrative that the present year has developed, all coupled with the fact that designer leaving positions and substitutions at the forefront of luxury brands have become such a common theme that it generates a minimal level of surprise for most of the interested audience.
Part of my goal as a blogger and fashion writer apart from generating content that may interest people who read me is also to turn my platform into a moment of distraction, perhaps a little relief, from the situation that has currently affected our lives. For that same reason, I have taken the initiative to start creating opinion notes on the blog about current or general topics, pertinent to the world of fashion, in an effort to share with you topics of my interest and maybe add my two cents on the matter.
In these times it is very common to hear the term "the musical chairs of fashion" a description with a humorous touch of how the perpetuity of designers in charge of fashion houses only lasts as long as they can continue to sit at the end of the melody, which in its case translates into the intention of establishing a solid vision that evolves the codes of a firm in record time. We are far from those times when a Nicholas Ghesquière held the reins of Balenciaga for fifteen years or even the impressive decades that Karl Lagerfeld had to make Chanel the fashionable monument that it is today.
In today's landscape, a designer is expected to build a vision, and consequently an almost instantaneous success, that immediately resonates with the public and additionally offers a lucrative proposal of accessories, fragrances and lifestyle goods that respond to a demand of an increasingly expansive market.
In the 21st century, the designer handles himself as a pop artist, seeing the urgency of presenting excellent material, charisma, great staging experiences, generating accompanying merchandise and, above all, powerful sales to meet the satisfaction of a group that is not interested in the preservation of art but only the remuneration of its popularity.
Another factor that has contributed to the designer's wear as a creative is the number of collections that are due to show in the year which include Spring/Summer, Autumn/Winter, Resort and Pre-Fall, the latter two being in the intermediate collections category. they arose from the need for department stores to have inventory to fill the time periods between major collections. These collections are generally more commercial and their range presumes a diverse breadth in what they offer in terms of versatility of pieces, however for designers this has been an extra creative burden that requires them to have to present four collections a year; Parisian fashion houses that present haute couture such as Valentino have to add Spring and Autumn of this category to their number of collections per year, increasing the number to eight (counting the menswear collections).
Likewise, we find designers who are in charge of the creative direction of more than one fashion house such as Fernando Garcia and Laura Kim, designers responsible for their own brand Monse and the renowned house Oscar de la Renta, who among both brands add also eight collections a year; in some cases designers have been known to produce around twelve collections a year. All this presumes an incredible pressure in their creative aspect because the designers are in the need to assume several concepts almost simultaneously, while the public expects them to always present desirable proposals, the critics that they are solid and interesting, the magazines that they have a high photographic value, stores want to attract buyers and brand owners expect them to fullfill increasingly demanding sales numbers.
The case of Waight Keller shows us the fact that designers today do not lack talent but time to establish their ideas, to focus their vision, to evolve the brand codes, to let their creativity find a defined form. Although, while it is true that there are those who have achieved this specifically lucrative task, such as Alessandro Michele in Gucci or Maria Grazia Chiuri in Dior, there is a sectorized perception that believes that the financial success that these designers generated for these firms came at the cost of subtracting something important from them, to compromise what made them special or magical.
The question that comes to my mind is whether it is absolutely necessary for a brand to become successful almost instantly or if public understanding is being underestimated? Especially in the case of heritage brands, it makes me wonder whether we as an audience are completely incapable of witnessing, empathizing, and spending time subscribing to the evolution of a brand, or perhaps are others who are unable to wait. I will not be naive to think that the economic factor is not extremely important for the survival of a luxury brand, but what real time frame exists for the wait to become a significant financial loss for these large and powerful conglomerates?
When it comes to Givenchy, the designer brought back to the brand a level of contemporary sophistication with her pret-a-porter proposal while her couture creations earned her applause from the industry and the public alike. However, in a note about her departure on the Business of Fashion portal it is mentioned that during her tenure there was not such a strong focus on accessories and masculine design, two categories in which her predecessor Riccardo Tisci stood out strongly. Tisci during his tenure at Givenchy was precisely one of those designers who achieved great success in the brand thanks to his proposal that draw inspiration from the trend of 'streetwear' which became essentially part of the identity of the firm for the new generation, being widely accepted, but it had very little to do with the original codes established by Hubert de Givenchy.
Rumors that Clare Waight Keller's successor could be Matthew Williams who designs for 1017 Alyx DSM and who also bases his style on 'streetwear' inspired designs would suggest that the senior leadership rather than looking for someone with a point of view to advance the brand at a different level would be betting on the establishment of a 'status quo' in design; This has been seen with Anthony Vaccarello in Saint Laurent whose style does not differ much from that established by his predecessor Hedi Slimane which was very succesfull. Other names that have come up as possible options are Davide Renne design director at Gucci, Luke & Lucie Meier from Jil Sander and Julien Dossena from Paco Rabanne.
Much is said that the current situation will cause a fundamental change in many aspects of how the world functions and this includes the fashion industry, comments on the establishment of better ethical practices, sustainability in design, the end of 'fast fashion', how truly unnecessary are influencers, inclusion as the norm and conscientious consumption. I think that we must add to this the reassessing of the designer as a creator of stories, of letting them find their rhythm and considering that the triumph of telling a great story is that it eventually gives the best results, it does not generate admiration for the moment but loyalty for life.
In an industry that prides itself on showing everything the process of making garments takes, signaling this dedication and meticulous hours of work as the mark of true luxury, lies the irony that a designer´s creative time is precisely the only luxury in the world that the top managers of fashion houses allow themselves to be cheap about and as we know in the long run that always comes at a very expensive cost.
In an industry that prides itself on showing everything the process of making garments takes, signaling this dedication and meticulous hours of work as the mark of true luxury, lies the irony that a designer´s creative time is precisely the only luxury in the world that the top managers of fashion houses allow themselves to be cheap about and as we know in the long run that always comes at a very expensive cost.
Image source: Wayfair, Vogue Runway, V Files, Alyx Studio.
The Black Label
Omg este ha sido tremendo post! Sin duda hay muchas cosas en el mundo de la moda que espero cambien luego de la pandemia. Hay demasiada presión sobre una misma persona por lo que a veces no se puede tenerlo todo bien en un mismo momento. Excelente reflexión
ReplyDeleteMe encantó este post! Es cierto, como pueden tanta presión encima para producir 6 colecciones al año y que todas sean exitosas, me sorprendió mucho que los diseñadores de Óscar de la renta manejan en paralelo su propia marca! Yo amo el trabajo que han hecho en Óscar de la renta, los buscaré para conocer su trabajo en su marca Monse
ReplyDeleteIncreíble ru perspectiva acerca del mundo de la moda y lo que se está viviendo ahora mismo con ella y el tema del covid, todo va a cambiar en el mundo luego de ésto y la moda no es la excepción
ReplyDeleteWaoo que manera tan acertada en decir la realidad en este mundo de la moda. Esperemos que esta etapa sea de re-invento
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